Aldeas históricas de Portugal 2017



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Las aldeas históricas de Portugal son doce villas situadas mayoritariamente a lo largo de la frontera
española, en la región Centro de Portugal. Pequeñas villas encaramadas en sierras defendidas por
imponentes castillos, altas murallas, baterías de cañones u ocultas en profundos valles. Doce aldeas que condensan 900 años de una historia construida por varias generaciones de reyes, aldeas nacidas de los recelos y luchas fronterizas entre portugueses y castellanos, de conquistas entre moros y cristianos o de sangrientas invasiones francesas. Hoy reina la paz en sus callejuelas medievales de granito y pizarra, pero siguen fuertemente impregnadas de historia, una rica historia que se manifiesta en sus fortalezas, casas nobiliarias, palacios, blasones feudales, escudos reales y picotas, pero también en historias y leyendas de reyes y reinados, de paces y tratados, de historias que nos hablan de justicia e injusticias, de amores imposibles, de navegantes y descubridores, de luchas de valientes,
asedios, emboscadas y batallas heroicas.
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Las aldeas a visitar son: Piodao, Castelo Novo, Idanha a Velha, Monsanto, Bellmonte, Sortelha, Linhares da Beira, Castelo Mendo, Almeida, Castelo Rodrigo, Trancoso y Marialva.

Piodao
Mientras recorremos la Sierra del Azor, al mismo tiempo que nos dejamos cautivar por el aspecto majestuoso y la pureza del paisaje, nos invaden la curiosidad y la impaciencia. Piódão se empeña en permanecer escondido para, inesperadamente, deslumbrar con su arquitectura, que también refleja la capacidad que tenemos para adaptarnos de forma armoniosa a los lugares más inhóspitos y también más sublimes. Como si de un belén se tratara, las casas se distribuyen en torno a los bancales,  marcadas por el azul y la pizarra, por entre sinuosas y estrechas callejuelas que en cada esquina esconden la historia del pueblo de Piódão. Es la única aldea histórica sin fortaleza o castillo, pero protegida por la defensa natural de este valle profundo y perdido de la Serra do Açor.
En el viaje hacia Covilha, parada en Penhas da Saúde, aldea de montaña que está ubicada dentro de la Sierra de la Estrella, regalada con un bello paisaje montañoso, a una altitud de 1.500 metros. Es principalmente un resort de invierno.

Castelo Novo
En el corazón de la Sierra de Garduña, en un paisaje en anfiteatro natural con tonos de verde y gris, descubrimos Castelo Novo, pueblo Histórico de Portugal, envuelto en un aura de misticismo. Aquí sentimos algo fascinante, que nos envuelve y equilibra. Todo nos inspira, todo nos cautiva, desde el sonido del agua que brota de las fuentes al granito perpetuado que alza el pueblo y talla el caserío, los templos, las calzadas, las plazas... Todo un patrimonio arquitectónico único.
La aldea de Castelo Novo nació al amparo de su castillo de líneas góticas y las cumbres de la Serra da Gardunha. La picota manuelina marca el centro de una plaza dominada por la Casa da Câmara y el chafariz (fuente) de Don João V en un tramado urbano de callejuelas estrechas que serpentea hasta la torre del homenaje.

Idanha a Vella
Es una pequeña villa declarada Monumento Nacional. Gracias al notable conjunto de ruinas que conserva, ocupa un lugar destacado en el marco de las estaciones arqueológicas del país. Se alza en el espacio donde en tiempos existió una ciudad de fundación romana, capital de Civitas Igaeditanorum (siglo I a.C.), más tarde sede episcopal bajo el dominio suevo y visigótico. Ocupada por los musulmanes en el siglo VIII, fue reconquistada por los cristianos en el siglo XII. Donada a la Orden del Temple en el siglo XIII, conserva vestigios de distintas épocas que reflejan una gran permanencia de distintas civilizaciones.

Monsanto
Encaramado en un cerro que se impone a la mirada en la mayor parte de los horizontes, el pueblo de Monsanto posee un encanto singular, al que contribuyen los dos títulos otorgados en el siglo XX – Pueblo Más Portugués de Portugal, en 1938, y el de Pueblo Histórico, en 1995. Icono turístico de la región, Monsanto es una experiencia peculiar para quienes lo visitan. Le otorgaron carta foral los reyes Alfonso Enríquez, Sancho I, Sancho II y Manuel I. La parte más antigua está en el punto más alto, donde los Templarios construyeron una cerca con una torre del homenaje. La aldea de Monsanto irrumpe de manera abrupta sobre el paisaje en el llamado Cabezo de Monsanto. Desde la cima de la torre del reloj (o de San Lucas), exhibe con orgullo su Gallo de Plata, una distinción que tiene desde el año 1938 al ser considerada la aldea más portuguesa de Portugal, fama sobradamente conocida. Encaramada en una abrupta ladera rocosa de la que parece formar parte, sus tremendas calles empinadas y algunas casas que aprovechan como paredes los enormes bolos de granito, Monsanto conserva el típico aroma medieval, una arquitectura tradicional con ejemplos muy singulares y el trazado popular característico de las aldeas de la Beira. Su impresionante castillo domina unos paisajes magníficos de encinares adehesados, alcornocales, retamares y pequeñas huertas, paisajes amables que se elevan al norte con las bravas sierras de Malcata.

Sortelha
Es una de las más bellas y antiguas aldeas portuguesas, habiendo mantenido su fisionomía urbana y arquitectónica hasta nuestros días, considerándose una de las mejor conservadas. La visita por las calles y callejuelas del aglomerado, enclaustradas por un anillo defensivo y vigiladas por el castillo del siglo XIII, permite al forastero volver a siglos pasados, por entre las sepulturas medievales, junto a la picota manuelina o delante de la iglesia renacentista. La aldea de Sortelha conserva un bellísimo trazado medieval. Frente al imponente castillo y su torre del homenaje, que se levantan sobre un enorme promontorio rocoso, las viviendas de la 4aldea descienden escalonadas sobre el suelo de granito. Paseando por sus calles uno no sabe muy bien si son sus casas de piedra quienes parecen enquistarse entre las rocas de granito o al revés.

Linhares da Beira
Pueblo medieval del siglo XII. Linhares da Beira cuenta con una diversidad arquitectónica y artística sin par, fruto del legado de varias épocas. En 1169 recibió su primera carta foral, otorgada por Alfonso Enríquez. Pero solamente más tarde, durante el reinado de Don Dinis, se erigió su imponente Castillo, símbolo del pueblo y principal tarjeta de visita de nuestros días. Deambular por las calles de este pueblo museo es hacer una incursión en el pasado, en su historia y sentir cómo la brisa del Valle del Mondego nos acaricia el rostro. El castillo de Linhares da Beira está considerada una de las fortalezas góticas más importantes de la Beira Interior. A lomos de una gran mole de granito que le sirve de base, domina, arrogante, un paisaje magnífico, extenso y abrazado por el río Mondego.
La antigua aldea medieval se desarrolló al amparo de la fortaleza y hoy día es todo un lujo pasear por su antigua judería medieval y por calles estrechas entre fuentes, antiguos hospitales, casas de granito con gárgolas y puertas y ventanas de gustos manuelinos.

Castelo Mendo
Pueblo de características predominantemente medievales, está formado por dos núcleos amurallados, Cidadela y Barbacã. La ciudadela de trazado oval corresponde al burgo viejo, formado tras el fuero de Sancho II. El burgo nuevo o Arrabalde de S. Pedro protegido por una muralla dionisíaca, estuvo
guarnecido en el pasado por ocho torres, parcialmente destruidas con el terremoto de 1755. Conserva, no obstante, sus cinco puertas (Puertas de la Villa, de Guarda, del Sol, de la Traición y de D. Sancho).
La pequeña villa de Castelo Mendo está situada a 10 kilómetros de la frontera española de Fuentes de Oñoro. Se levanta en un cabezo rocoso que domina los profundos valles circundantes del Côa. Aunque de pequeño tamaño, por su proximidad a la frontera tuvo gran importancia estratégica en la defensa de frontera frente a sus vecinos de Castilla y León. La puerta principal de entrada es conocida como "Porta dos Berroes", en alusión a los dos verracos vetones que flanquean la entrada. Una aldea pequeña, abarcable, que invita al paseo sosegado y a mirar con mucha aproximación a su pasado medieval. Y todo entre ventanas de estilo manuelino, balcones salientes y el eco de nuestros pasos sobre las estrechas callejas empedradas.

Almeida.
Almeida, ante la necesidad de modernizar sus obsoletas estructuras medievales, se dedicó tras la Restauración (1641) a la construcción de una renovada máquina de guerra que pudiera adaptarse a las nuevas armas de fuego (artillería) y le permitiera sellar la frontera. La Plaza fuerte es de planta hexagonal, formada por seis baluartes, a los que corresponde el mismo número de revellines. El pueblo intramuros preserva un número significativo de edificios de carácter militar, así como una arquitectura civil de manifiesto interés.
La aldea de Almeida sorprende por su planta estrellada, toda una obra maestra de la ingeniería
militar de los siglos XVII y XVIII. Junto a Valença do Minho y Elvas, es una de las plazas más
importantes de Portugal y de la Península Ibérica, tanto por su buen estado de conservación como por la importancia que tuvo durante la Guerra de la Independencia.
Recorrer sus 2,5 km de murallas, fosos de 12 m de profundidad y 62 m de ancho y situarnos sobre
las baterías de cañones, nos da una idea de la colosal obra militar y la ocasión de imaginar por un
momento cómo debieron ser los asedios y la tragedia de las batallas que aquí se desarrollaron.

Castelo Rodrigo
Es en su totalidad un verdadero espacio monumental que conserva
importantes referencias medievales. Entre los monumentos que añaden valor al patrimonio
histórico, destacan las viejas murallas, las ruinas del palacio de Cristóbal de Moura, la Picota
quinientista, a la iglesia medieval, la iglesia matriz, la cisterna medieval y las inscripciones que
atestan la presencia de una importante comunidad de cristianos nuevos. Durante más de 600
años, esta población fue villa y capital de la provincia. En varios momentos de la historia nacional,
sus habitantes han destacado por su valor y lealtad a la corona.
La aldea de Castelo Rodrigo tal vez refleja como ninguna otra la historia de un territorio tantas
veces repartido a un lado y otro de la frontera. Su extraordinaria importancia se remonta al
reinado de Alfonso IX de León, cuando reconquista a los musulmanes este territorio y crea una
serie de fortificaciones a lo largo del río Côa. De aquí a tiempos más recientes, toda una historia
cargada de luchas y conquistas, además de auges y declives de la villa, que han dejado como
testigo un rico legado cultural.

Trancoso
Visitar Trancoso es revivir la Historia de Portugal. La quietud que ahora se siente en
su castillo milenario contrasta con los sobresaltos y temores vividos por las gentes de antaño. Fue
tierra de frontera, escenario de diversas luchas y batallas decisivas para la formación e
independencia del reino. Mimada por reyes, obtuvo importantes privilegios. Alfonso Enríquez le
otorga la carta de Foral y Alfonso III la carta de Feria. El rey Dinis manda construir las murallas que
aún hoy protegen un burgo en el que han convivido cristianos y judíos.
Dicen que Trancoso conserva un aura de gloria nacional, una verdadera lección de historia y
solemnidad medieval. Y es que la estratégica situación de Trancoso, con su poderoso castillo de
quince torres, protegió la frontera y el territorio portugués del asedio de los castellanos, a los que
mantuvieron a raya con memorables victorias militares, antesala de la contundente victoria en
Aljubarrota. Entre otras cosas, aquí estuvo el cuartel general del inglés Beresford durante las
invasiones napoleónicas de Portugal. Además, la parte histórica de Trancoso cuenta con un
tramado urbano estrecho, herencia de una importante presencia judía y que tanta prosperidad
comercial diera a la villa en el pasado.

Marialva
Se ubica a pocos minutos de la ciudad de Mêda. Este pueblo, en un escenario que revela una de las reliquias vivas de los ancestros portugueses, transporta al visitante a las raíces más profundas de la historia del país. Las calles, flanqueadas por edificios que resisten al tiempo, llevan a la ciudadela por las murallas en cuyas ruinas es fácil perder la noción del tiempo.
Poblado por los aravos, pueblo lusitano, fue posteriormente conquistado por los romanos, seguidos de los árabes, hasta la victoria final de Fernando el Magno en 1063, en su emblemática conquista de las Beiras.
Como muchas de sus villas hermanas, Marialva muestra las heridas de ocupaciones, conquistas y
abandonos y parte del esplendor medieval pasado. La brava tribu de los Aravos se enriscó en sus
cumbres, donde hicieron frente a las invasiones romanas. Estos fundaron posteriormente la ciudad conocida como Civitas Aravorum, que forma parte de la villa medieval y extramuros de la actual Marialva.

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